se convocó nuevamente al
Cabildo para la mañana siguiente.
Así recuerda Cisneros sus últimas horas en el poder:
"En aquella misma noche, al celebrarse la primera sesión o acta del
Gobierno, se me informó por alguno de los vocales que alguna parte del pueblo
no estaba satisfecho con que yo obtuviese el mando de las armas, que pedía mi
absoluta separación y que todavía permanecía en el peligro de conmoción, como
que en el cuartel de Patricios gritaban descaradamente algunos oficiales y
paisanos, y esto era lo que llamaban pueblo, (..). Yo no consentí que el
gobierno de las armas se entregase como se solicitaba al teniente coronel de
Milicias Urbanas Don Cornelio de Saavedra, arrebatándose de las manos de un
general que en todo tiempo las habría conservado y defendido con honor y quien
V.M las había confiado como a su virrey y capitán general de estas provincias,
y antes de condescender con semejante pretensión, convine con todos los vocales
en renunciar los empleos y que el cabildo proveyese de gobierno
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